Un hotel único donde arte, cultura, gastronomía, historia y lujo conviven en un enclave único, en el corazón de Rioja Alavesa.

Un establecimiento "de autor"

Con solo nueve habitaciones y suites, un restaurante vascofrancés, terrazas, un jardín en varios niveles y una piscina de diseño, el Palacio de Samaniego es todo un remanso de paz envuelto de privacidad. Cada estancia es una experiencia plena, salpicada de obras de arte que cultivan el contraste entre la piedra histórica y la modernidad de la arquitectura interior. Aquí no hay recepción, sino pequeños salones en un espacio común en el que se respira la elegante cordialidad de las «casas privadas». En un extremo del jardín, una segunda terraza invita a los huéspedes a disfrutar de un cóctel o de una copa de vino con la calma del atardecer.
Su origen
El Palacio de Samaniego, construido a petición de un religioso, fue propiedad del Estado antes de convertirse en hotel. Cuando Ariane de Rothschild lo descubrió en 2016, este edificio catalogado como monumento histórico no había perdido un ápice de su encanto. Varios siglos de historia en una región que vive al ritmo de la viña: la fórmula perfecta para que el flechazo fuera inmediato, para que naciera el deseo de anclar este lugar lleno de vida en su tierra y de hacerlo accesible para quienes viven en ella. Tras un año y medio de obras que no han alterado su carácter, el Palacio de Samaniego se ha convertido en un establecimiento «de autor» en Rioja Alavesa y en el orgullo de la población local.
Un lugar para vivir
Más que hoteles, Ariane de Rothschild considera sus casas como lugares para vivir, en los que le gusta dejar su huella con recuerdos familiares, referentes y obras de arte. Es lo que diferencia una «casa familiar» de un simple hotel. Su fascinación por los jarrones ha llevado a Ariane de Rothschild a exponer en el Palacio de Samaniego una espectacular colección que reúne distintos estilos y épocas, dándole protagonismo a la cerámica y al cristal de Murano, con sus trazos de colores vivos, como un guiño a la sangre caliente que corre por las venas de Rioja Alavesa. Las habitaciones, que invitan a soñar, reúnen obras dedicadas a Indonesia y a la Amazonia, tocados y joyas étnicas, en recuerdo a su infancia viajera.

Su restaurante

El chef Bruno Coelho en el restaurante Tierra y Vino, mantiene viva una carta sofisticada y en constante evolución que se nutre del mercado y de lo mejor de ambos lados de la frontera. Las especialidades ibéricas y vascas, trabajadas en un circuito lo más cercano posible, se reinterpreta desde el respeto a las técnicas francesas.

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"Tierra y Vino"