Domingo de Resurrección en Samaniego: rosquillas y Judas
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Samaniego es una villa que mantiene tradiciones medievales y recetas secretas que pasan de generación en generación. Todo ello se une la mañana del Domingo de Resurrección, en el que el pueblo participa de la procesión y del “Juicio a Judas”.
Unas rosquillas nada típicas
Unos días antes de que llegue la Semana Santa, las familias en Samaniego se unen para preparar sus rosquillas. Una receta que pasa de generación en generación y que cuenta con un ligero matiz en la cocción que las hacen únicas. Así como en otros lugares de Rioja Alavesa se fríen, en Samaniego se meten al horno. Sus rosquillas asadas no solo aportan un aroma singular a anís y cítricos los días previos a la Semana Santa sino también serán parte de la procesión del Domingo de Resurrección.
Cuando la imagen del Cristo Resucitado recorre las calles del pueblo, las familias del pueblo tienen preparados collares de rosquillas que cuelgan de la imagen del Cristo como ofrenda.
“Juicio y quema de Judas”
La villa de Samaniego recuperó hace casi 30 años una de las tradiciones medievales más singulares: el juicio y la quema de Judas, a quien culpan de todos los males, especialmente los que tiene relación con el campo y los viñedos. Todo sucede al mediodía del Domingo de Pascua.
Con este ritual, Samaniego queda purificado todo un año y revive una de las tradiciones del siglo XIV que mantienen viva la memoria de un pueblo vinculado a la cultura del vino desde mucho tiempo atrás.
¿A quién se lo achacaréis?
Los niños y jóvenes de Samaniego preparan con paja y ropas viejas su muñeco que representará a Judas Iscariote el Domingo de Pascua. El muñeco elegido colgará de un palo en la plaza del pueblo donde se reúne un tribunal compuesto por un juez, un abogado defensor, un fiscal y un secretario. En el juicio popular, en el que está presente el pueblo, se exponen todos los acontecimientos negativos del año acusando a Judas de ser el responsable. Aunque la defensa trate de demostrar que los vinos de Samaniego siguen siendo de gran calidad y que no se le debe culpar de todo, el pueblo lo tiene claro. “¿A quién se lo achacaréis?”. “A Judas”. Una vez el juez dicta sentencia, Judas es conducido hasta la plaza de la iglesia para ser quemado.
Con este ritual, Samaniego queda purificado todo un año y revive una de las tradiciones del siglo XIV que mantienen viva la memoria de un pueblo vinculado a la cultura del vino desde mucho tiempo atrás.
