Todos los pueblos tienen una manera especial de celebrar sus fiestas y en Samaniego, como no podía ser de otra forma, cuentan con su propias tradiciones para dar inicio a las fiestas. El 7 de septiembre, tarde previa al Día de la Virgen, la figura de un burro sube desde la ventana del Palacio de Samaniego hasta la torre de la iglesia, lugar donde permanecerá colgado hasta el final de las fiestas.
Esta tradición parece venir de una leyenda o tradición local que señala que hace muchos, muchos años cierto individuo se fijó que la parte alta de la torre alta del campanario de la iglesia estaba plagada de “melgas”, una planta local también llamada mielga que crece habitualmente en los bordes de los caminos y que es muy apreciada por los burros.
Estaba el hombre preocupado por el deterioro que dichas melgas pudiesen provocar en los muros de la iglesia y no se le ocurrió otra forma que resolverlo que intentar subir a un burro por las escaleras de caracol de la torre y de ahí acceder al exterior para que el burro devorase las plantas.
Pero hete ahí que el burro, tozudo por naturaleza como es, se negó a subir unas escaleras tan empinadas y estrechas. A lo que el hombre ideó rápidamente otra solución: subir al burro, atado por una soga al cuello, por el exterior de la iglesia hasta el campanario. No hace falta decir cómo acabó la historia.
Por cierto, a los de Samaniego se les denomina “melgueros” probablemente por la gran cantidad de plantas de esta variedad que había por esta localidad, ya que tradicionalmente se ha usado como planta forrajera para el consumo del ganado.
En esta tranquila localidad de Rioja Alavesa, la vida se agita con el comienzo de la vendimia. En pequeñas y dispersas parcelas, las uvas aguardan la llegada de los vendimiadores, maestros en el cuidado de la viña que cada año repiten este ritual que honra la tradición y su pasión por el vino.
Siempre mirando al cielo y vigilando las cepas, la vendimia manual es la norma aquí, una laboriosa tarea que requiere destreza y paciencia, seleccionando cuidadosamente los racimos de uva en su punto óptimo de madurez. Cada uva es tratada con mimo, con el respeto que merece.
Pequeñas parcelas, de viñas antiguas que necesitan todo el cuidado y mimo para llegar a la bodega en óptimas condiciones. Solo así se pueden conseguir los vinos que se elaboran en Samaniego. La vendimia en Samaniego es más que una actividad agrícola; es un homenaje a la historia y la cultura de esta región, una tradición que perdura en el tiempo, recordándonos que algunas cosas nunca deben cambiar, pues son un regalo de esta tierra.